¿Destino? ¡Guachi Guau! ¿Habitantes? Willy Fishman

Bienvenidos y bienvenidas al fantástico talk show de Willy Fishman, quien estará presentando su primer disco, ¡Guachi Guau!


“Dale rosca al tocadiscos!” se llama la primer canción del disco, a modo de presentación, porque esto es bien arriba. Willy Fishman, guitarrista y segunda voz del grupo porteño Gativideo, debuta como solista con ¡Guachi Guau!, un trabajo entre humorístico y conceptual que recoge mucho del estilo de su grupo pero plasmado con su propia y particular mirada.

Como músico y artista visual no podía dejar pasar su primer disco así como así. Dejar su impronta es una necesidad. De esta forma nace ¡Guachi Guau!, con influencias tan dispares como el techno y la música japonesa. Armado con tantas piezas tan distintas, el disco inaugural del proyecto solista de Fishman no se aleja de su esencia y ensambla una pieza de arte moderno que, lejos de caer indiferente, sorprende y busca jugar.

ph: Nehuen Suarez

Un Looney Tunes hecho a sí mismo

¡Los colores! Willy Fishman no tiene miedo de andar combinado y su presencia, entre pop y kitsch, lo testimonia. ¡Guachi Guau! sigue lo que su nombre sugiere y juega tanto como asombra. Como una caja de sorpresas, tiene un atractivo que hace imposible accionarla y, tras unas vueltas, se abre para sobresaltar. Con sonidos de dibujitos animados clásicos, voces distorsionadas que hacen el juego entre Willy-artista y otro Willy, un Willy-presentador o Willy-personaje, ¡Guachi Guau! es un juego infinito que se repite sobre sí mismo, dando vueltas entre chistes conocidos e inmortales y algo de su propia magia joven.

Con su look tan personal y atractivo, Fishman quiere ser el centro de atención con canciones como “Girando en el carrusel”, “La canción del ciempiés” o “Bye bye”, sus propias reimaginaciones de las series animadas de la década de los noventa. Tomando algo del estilo y el humor característico de su grupo, pero catapultándolo a otro nivel, Willy Fishman proyecta hacia la realidad su universo mental y nos lleva de la mano, como Willy Wonka por su fábrica, por su propio mundo a todo color.

Como pompas de jabón

Pero como dice el dúo mítico, nada se puede hacer cuando viene el final. Del mismo modo que de niños nos entristecía que las historias que amábamos terminaran, lo mismo hace ¡Guachi Guau!. En un tono bastante más amargo, la última canción del disco se ubica luego de que el telón haya bajado. Al conductor se le borra la sonrisa, se quita la parafernalia y es un hombre más. Eriza la piel pasar de la alegría lisérgica de los últimos temas al frío palazo de realidad que es “Volverte a ver”.

Despues de “Bye bye”, lo que serían los créditos del álbum, cualquiera habría apagado la tele y seguido con lo suyo, pero no es el caso. Para cerrar un disco que a todas luces fue pensado para escucharse de inicio a fin, Fishman baja de la cabeza a la realidad y nos habla de lo difícil que es dejar la infancia atrás y todo lo que supone crecer. “No sé qué hacer / no sé quién ser / no sé porqué / no sé crecer“, canta con el corazón apuñalado por la vida.

“Volverte a ver” cierra con progresiva interferencia estática el ciclo temático que abre “Dale rosca al tocadiscos!” y encuentra su cima entre el carioca “Voce” y “La canción del ciempiés”. Luego, silencio. Todo lo que continúa es la televisión apagada. El backstage de toda esta creación animada, el lado B de un disco que se armó como experiencia y concepto. ¿Alegoría sobra la madurez? ¿La moreleja de la fábula?


Podés escuchar “¡Guachi Guau!” y más de Willy Fishman en Spotify o a continuación.

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